jueves, 28 de agosto de 2014

Heidegger y la sociedad del espectáculo

El simple flaneur se encuentra siempre en plena posesión de su individualidad, mientras que la individualidad del badaud desaparece. Está absorbido por el mundo exterior [...] que le embriaga hasta el punto de que se olvida de sí mismo. Bajo la influencia del espectáculo que se presenta ante él, el badaud se convierte en una criatura impersonal; ya no es un ser humano, sino una parte del público, de la masa.
Walter Benjamin
                                                                                                  
Heidegger no fue el primero ni será el último en pensar a esta sociedad fetichizada como una “sociedad del espectáculo”. No obstante, Heidegger intentará acceder al tema desde la “historia del Ser”, a partir de la cual supondrá que este rasgo expectante del ser humano no nació con la televisión o el cine, ni con los anuncios ni con los star systems. Éstos sólo serían la manifestación prosaica, vulgar y caricaturesca de la historia multicentenaria que nuestro autor pretende evidenciar.
El siglo xx son los años de la industria cultural, de la sociedad del espectáculo y de la estetización de las mercancías, a lo largo del cual el arte se vuelve ligero y es ocupado como propaganda comercial para la distracción y captura de consumidores. Las mercancías, los objetos de consumo capitalistas, deben acompañarse de cierta estetización para fomentar su producción, circulación y consumo. El arte y la estetización —términos que para este momento ya son sinónimos o vocablos banalmente intercambiables— se trasladan al diseño de etiquetas y de envolturas. Por ello, Heidegger se horroriza de esta estetización prosaica. Se trata de la hiper-estetización de los objetos artísticos, ya que se busca de ellos el exceso de lo banal, se busca el shock exacerbante de la seducción, la fascinación, la estupefacción, la excitación, el placer de la mirada y de todos los sentidos para el incremento del goce fisiológico-corporal. Es la “modernización” del hedonismo en sentido tecnificado.
Heidegger crítica el hecho de que el arte esté elaborado para satisfacer a las masas mediáticas y del espectáculo y, por ello, arremete constantemente contra las ilustraciones de periódicos, revistas, carteles, imágenes, fotografías, cine o televisión, y arremeterá también contra los espectáculos de teatro, conciertos o, como lo hará a partir de 1935, incluso contra las peleas de box.1
Frente al creciente interés por los espectáculos boxísticos, nuestro autor refunfuñará en sus cursos universitarios, por ejemplo, cuando se indigna ante el hecho de que “al boxeador se le tenga por el gran hombre de un pueblo”. 2 Para Heidegger, este suceso tiene su razón de ser en que el ser humano ha sido transformado en un ser de vivencias, convertido en consumidor de espectáculos: “una pelea de box —escribe— es una ‘vivencia’, pero seguramente no para los boxeadores; éstos no tienen vivencia alguna, pero por lo menos se limitan a boxear; el ‘vivenciar’ reside en los espectadores”.3

Estas líneas se deben a que en 1928 el boxeador alemán Max Schmelling fue proclamado campeón mundial de los pesos pesados. Poco tiempo después, a partir de 1930, Schmelling fue vinculado con Hitler y con el nazismo (a los cuales rechazaría). Prácticamente, durante la década de los 30’s, se convirtió en el ídolo del boxeo alemán. Su fama se incrementó cuando en 1936 derrotó al afronorteamericano Joe Louis, quien en su país tenía un récord invicto de 23 peleas. Esta lucha del “blanco alemán” contra el “negro norteamericano” cifró la ideología racista y las expectativas de triunfo de los alemanes.
Lejos de un puritanismo por el arte, Heidegger critica el destino que ha tomado el arte y que lo mantiene aprisionado en el corsé de la reproductibilidad técnica y de la industria de masas.4 De este modo, para Heidegger, la solución a este problema no consistiría en abolir la “sociedad del espectáculo”, ya que ésta sólo se conforma de “chapucerías y quimeras”,5 sino que nuestro autor apunta a destruir la condición épocal que posibilita y fundamenta a la sociedad del espectáculo: la metafísica frontal.
Gustavo García Conde 


[1] M. Heidegger, Heraklit, GA 55, p. 84.
2 M. Heidegger, Introducción a la metafísica, pp. 42-43; Einführung in die Metaphysik, GA 40, pp. 40-41.
3 M. Heidegger, Preguntas fundamentales de la filosofía, Granada, Comares, 2008, p. 132.
4 No analizaré ni mucho menos compararé la propuesta de Heidegger con la de Benjamin. La primera se opondría a la reproductibilidad técnica en el arte y la segunda observaría potencialidades liberadoras para el arte. Creo que una comparación entre estos pensadores resulta completamente injusta con ambas obras. Una comparación acerca del arte y de la técnica sólo sería posible si se toman fragmentariamente ambas obras y hacerlo implicaría, sobre todo, no comprender los objetivos completamente distintos tanto el planteamiento de Benjamin como el de Heidegger sobre el tema del arte y de la técnica.

5 M. Heidegger, Heraklit, GA 55, p. 84.

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