Subcomandante Insurgente Marcos
¿Qué se necesita para ser un alzado? Dos
cosas: tener capacidad de indignación y una dignidad profunda. La “rabia
y el dolor” surgen de estas dos cosas, de la indignación y de la dignidad.
Ambas cosas pueden ser experimentadas sólo por aquellas personas que son dignas
y que por ello entienden el sentido de la vida, el cual se comprende mediante
la triangulación práctica de al menos tres puntos y que hablan todos ellos de
la libertad: paz amor justicia.
Hoy me he
dado cuenta de que yo no soy una persona digna.
Quien no
entienda nada de lo que estoy hablando, no se alarme (pero tampoco crea que
estoy diciendo estupideces, ni tampoco me tome a la ligera). Lo que pasa es
que, al igual que yo, somos incapaces de ser dignos porque toda la vida hemos
sido humillados, hemos sido educados en la indignidad. Hemos sido adiestrados
para soportar las humillaciones humanas, hemos sido violados todo el tiempo y
hemos sido vejados una y otra vez. Pero el problema no es éste, sino que nunca
se nos enseñó la rebeldía; no hemos sido educado en el resistir, sino en el
callar, en el ver y dejar pasar.
A excepción de
los zapatistas (quienes son la personas más dignas de este
mundo, junto con todos aquellos
que practican la resistencia), a excepción de ellos, ya nadie sabe
hoy lo qué es la dignidad. No la hemos vivido nunca. Por eso, cuando a la
gente le llega el momento de indignarse, simplemente no puede hacerlo, porque
no siente la indignación. No es que seamos inconscientes, enajenados o
simplemente desinformados. No. Por el contrario, lamentablemente es algo mucho
más profundo, más radical: se debe a que quien no tiene dignidad, simplemente
no puede indignarse.