A continuación reproducimos una fabulilla de Tomás Mojarro, en ella encontrarán una sátira al servilismo de los intelectuales orgánicos.
LA DEL PERRO Y EL LOBO
Por Tomás Mojarro, el Valedor.
Tal es la fábula que antenoche me vino a contar La Fontaine, fabulista del siglo XVII, acerca de cierto lobo feroz al que el hambre lo traía acezando, con toda de fuera (la lengua). Me dijo La Fontaine que la casualidad empujó a este lobo hasta los terrenos de una casa grande, enclavada entre los pinos. ¡Y ándele! Cuando de repente se fue a topar con su primo carnal: un perro mastín (bien nutrido y de buen pelaje), que al ver al lobo famélico y pordiosero de hambre, le ofreció una dieta de pavos, perdices, capones, etc. “Mira nomás”. –Dijo el perro–: “Un muerto de hambre, un mendigo”.
El lobo: “¡Méndiga tu perra m…” Lo pensó nomás, porque su primo el dogo estaba bien criado y a él lo doblaba la avitaminosis. Pero ante la ofensa y midiendo fuerzas, el lobo intentó una sonrisa.
El dogo: –Vente conmigo a la casa grande, que ahí gozarás de retazo con hueso todos los días de tu perra (de tu loba) existencia. ¿Te apetecen los capones?
El lobo: (“Y hasta sin capar”) –Que me placen–.
Y allá van pian pianito, moviendo esas flacas y escurridas carnes. Pero qué ritmo y salero al andar. “¿Y qué debo hacer, primito, para ganarme el capón?” –preguntó el lobo, sospechando que algo tenía que hacer para recibir tales viandas.
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